单项选择题
El dulce olvido
POR SANTIAGO RONCAGLIOLO
Desde que la arterioesclerosis(动脉硬化)la atacó, mi abuela Mamina perdió progresivamente los pedazos de su universo. Comenzó olvidando pequeñas cosas, citas o nombres de amigas. Desechó después ciertas habilidades, como conducir o cocinar. Borró también la posición de las calles: nada más cruzar el umbral de su puerta, se perdía irremediablemente. Y finalmente, su memoria desterró(排除)los nombres de sus hijos y nietos. Nos saludaba en varios rounds, e iba fijándose en la cara que poníamos con cada intento hasta que acertaba:
—Hola, Raf... Gonz... Edu... ¡Santiago!
A1__________________Cuando mi padre se casó por segunda vez, todos pensamos que Mamina, tan católica y conservadora, no aprobaría su matrimonio. Pero, aparentemente ni siquiera se dio cuenta. Durante la boda llevaba puesta su sonrisa perdida de siempre. En un momento, justo antes del intercambio de anillos, se dirigió hacia la nueva esposa de papá y le dijo dulcemente:
—¡Qué guapa estás! Y dime, ¿Conozco a tu novio
Entre las pocas memorias que Mamina recuperaba con frecuencia, su padre ocupaba el lugar de honor. A2__________________Gracias a él, descendíamos de un presidente del Perú: el Gran Mariscal Luis José de Orbegoso y Moncada.
El templo de la veneración familiar era la casa de mi tío abuelo Eduardo, que compartía con mi abuela la adoración por sus orígenes. El tío abuelo Eduardo era un Orbegoso orgulloso y fanático. Sólo que él había convertido su interés en obsesión. Investigaba maniáticamente todo lo que tuviese que ver con su glorioso bisabuelo y corregía la historia del Perú. Había montado en su hogar un museo privado en homenaje a nuestro ilustre antepasado. El jardín, el estudio, el salón estaban llenos de uniformes militares del siglo XIX, cascos, armas, sables, pinturas ecuestres(骑马的)de Orbegoso, escritorios de la época con plumas verdaderas y frascos de tinta, documentos con esa letra antigua tan bonita. Pasear por la casa era como viajar en el tiempo.
A3__________________Un día, Eduardo le pidió prestadas unas cartas del mariscal que ella guardaba. Nada importante, en realidad. Probablemente cartas familiares o notas domésticas. Pero Eduardo nunca las devolvió. Las integró en su museo personal como preciados tesoros que sólo a él correspondía guardar.
Años después, ella murió.
Hace sólo un par de años, durante un regreso a Lima, almorcé con una de mis tías. Sobre una repisa(墙上搁板)de la casa había una foto de Mamina y Eduardo con su padre, cuando eran jóvenes. Hice algún comentario irónico sobre su obsesión genealógica(家谱的)y nuestra cacareada(到处吹嘘的)sangre Orbegoso. Mi tía se rio con tristeza y me dijo:
—Tanta tontería y hacía a mamá tan infeliz.
—Ella era feliz con esas cosas —traté de defenderla.
—No, no lo era. Ella y Eduardo eran bastardos(私生子). Nacieron fuera del matrimonio, de una amante de su padre.
—Pero pensaba que la madre de Mamina era una modista famosa.
—¿Modista —soltó una carcajada—. No creo que supiese coser. Mi abuela era una “costurerita”. A4__________________ Mamina se negaba a verla incluso cuando vivía. Le daba vergüenza.
Entonces comprendí por qué Mamina nunca hablaba de su madre. Con el transcurso del tiempo, he comprendido incluso por qué, de la tiniebla de su memoria, la abuela eligió recordar precisamente lo que no era. A5__________________.
Fragmentos:
A. Según ella, mi bisabuelo era un caballero en toda regla.
B. La misma fascinación por el pasado que los unía terminó por separar a mi abuela de su hermano.
C. Sus disparates tenían una utilidad: le permitían refugiarse del mundo, eludir la responsabilidad de tener una opinión.
D. Ahora creo que mi abuela vivía en un mundo a medida. Conservó algunas memorias agradables y optó por ignorar el resto de la realidad.
E. Así se llamaba en la época a las doñas nadies, a las amantes de paso que se dejaban preñar(怀孕)por oficio, para reclamar pensiones alimenticias.
F. En su versión, el Gran Mariscal era un héroe idealista y patriota rodeado de víboras ambiciosas y perversas, tratando de salvar al país del naufragio.
G. Es un fenómeno normal. Todos queremos parecernos a lo que soñamos de nosotros mismos. Pero a veces, eso requiere una excesiva dosis de olvido.
H. Mi abuelo, por lo visto, aparte de sus amoríos, era una buena persona: los reconoció y les dio su apellido. Pero nunca vivieron todos juntos, ni se pudieron casar.
A1